Muerdo lo que puedo,
escribo en bares desiertos y trenes fugaces,
algunas veces me lanzo a la yugular si es necesario
y miento, de cuando en cuando, por supervivencia.
Confieso que me hundo en el espacio liquido,
que bacilo en las alturas y me pierdo en algunos escenarios,
y me muevo en círculos, por pura inercia.
Aprendo en cada disparo,
abandono todo aquello que ya no me conmueve,
y en la guerra, me dejo puesta la piel del lobo.
Soy un rifle de asalto apuntando hacia tu frente,
un hogar clandestino,
un ataque terrorista entre las sabanas,
un cuarto oscuro lleno de esqueletos.
Se que me tienes muy presente entre tus piernas,
piénsame con tu cabeza,
y hallaras un planeta.
De la batalla no conservo cicatrices,
tan solo silbidos de balas furtivas en mi cabeza,
recuerdos de ruinas de metal y de palabras,
impactan sobre mi piel y la desbordan.
Somos un rifle de asalto apuntando hacia tu frente,
un ejercicio de arrogancia, un planeta impredecible.
Somos un grito estridente en la noche,
un viento helado desafiando.
escribo en bares desiertos y trenes fugaces,
algunas veces me lanzo a la yugular si es necesario
y miento, de cuando en cuando, por supervivencia.
Confieso que me hundo en el espacio liquido,
que bacilo en las alturas y me pierdo en algunos escenarios,
y me muevo en círculos, por pura inercia.
Aprendo en cada disparo,
abandono todo aquello que ya no me conmueve,
y en la guerra, me dejo puesta la piel del lobo.
Soy un rifle de asalto apuntando hacia tu frente,
un hogar clandestino,
un ataque terrorista entre las sabanas,
un cuarto oscuro lleno de esqueletos.
Se que me tienes muy presente entre tus piernas,
piénsame con tu cabeza,
y hallaras un planeta.
De la batalla no conservo cicatrices,
tan solo silbidos de balas furtivas en mi cabeza,
recuerdos de ruinas de metal y de palabras,
impactan sobre mi piel y la desbordan.
Somos un rifle de asalto apuntando hacia tu frente,
un ejercicio de arrogancia, un planeta impredecible.
Somos un grito estridente en la noche,
un viento helado desafiando.
Natalia Menéndez.