A Fernando por dejarse la piel
y prestarnos las lágrimas.
El poeta que quiso ser poeta
Como cada año
el gran circo visitaba
la ciudad.
Los mas osados domadores,
habilísimos malabaristas,
las trapecistas más ágiles y bellas.
Música en la calle
para amenizar
a un público expectante.
Cerca de allí,
el poeta que quiso ser poeta
silencioso regresa a casa.
Sustentado sobre la maltrecha pierna
de apoyar la vida,
no le importó actuar sin red
ante un más que probable tropiezo.
Saca sin pudor de su puño
y letra su verdad.
El pesar de los años lluviosos,
el pasar de la infancia.
Fuera en la calle una voz
gritaba:
¡Señoras y señores pasen y vean
el mayor espectáculo del mundo!
-un secreto a voces-
Lágrimas mudas, hermosas,
puras de poeta.
Nacho
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