14 mayo 2010
EMILIO ALARCOS 2010
EL FARO
Aquel niño soñaba con mirar desde el faro
lo que había detrás del horizonte,
el lugar al que iban los barcos que zarpaban
bajo la luna quieta.
Mientras toidos dormían,
deseaba guiar aquella luz,
convertir el océano en alguna aventura,
abrir la oscuridadpara buscar las piernas
de una muchacha rubia,
dibujar su melena y el blanco de sus pechos
sobre la piel del agua.
Hoy el faro me mira
con una calma en llamas que conozco.
Hemos sobrevivido por costumbre,
Conduciendo fantasmas hacia el pecho
para volver la vista
al lugar donde todo nos habría esperado.
Quiero subir,
quiero mirar mis ojos por tus ojos,
encontrar una orilla que confirme mis dudas
hasta quedarme ciego.
Entonces podré ver qué se escondía
detrás del horizonte,
dónde duermen los barcos que buscan la espesura.
Fernando Valverde.
Aurora luque,García Montero, Jesús García,Josefina,Paco Brines y García Martín.
LA ÚLTIMA COSTA
Había una barcaza, con personajes torvos,
en la orilla dispuesta. La noche de la tierra,
sepultada.
Y más allá aquel barco, de luces mortecinas,
en donde se apiñaba, con fervor, aunque triste,
un gentío enlutado.
Enfrente, aquella bruma
cerrada bajo un cielo sin firmamento ya.
Y una barca esperando, y otras varadas.
Llegábamos exhaustos, con la carne tirante, algo seca.
Un aire inmóvil, con flecos de humedad,
flotaba en el lugar.
Todo estaba dispuesto.
La niebla, aún más cerrada,
exigía partir.
Yo tenía los ojos velados por las lágrimas.
Dispusimos los remos desgastados
y como esclavos, mudos,
empujamos aquellas aguas negras.
Mi madre me miraba, muy fija, desde el barco
en el viaje aquel de todos a la niebla.
http://www.youtube.com/watch?v=PcG5Go9DvHk
METAMORFOSIS DEL ÁNGEL
En la noche más calma habita el asco.
Y una navaja extiende su única ala de ángel
desapacible, de odio.
La belleza es un vómito; la vida
se cumple en la justicia de no amarla.
Mas los niños, guardados de la noche,
despertarán felices con el sol.
Contempla, en la ancha calle, esas dos alas
que ahora mueven la luz de la ciudad
y hacen dichoso el aire.
Vigila el crecimiento: su belleza
lo aísla en turbiedad. Quema el misterio...
Deslumbran, en su espalda, dos navajas.
Francisco Brines.
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