31 octubre 2010
Ojos de gato
Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño emperador sin orbe,conquistador sin patria,mínimo tigre de salón,
nupcial sultán del cielo de las tejas eróticas,
el viento del amor en la intemperiere clamas cuando pasas y posas cuatro pies delicados
en el suelo,oliendo,desconfiandode todo lo terrestre,
porque todo es inmundo para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente de la casa, arrogante vestigio de la noche,perezoso,
gimnástico y ajeno,profundísimo gato,policía secreta de las habitaciones,
insignia de undesaparecido terciopelo,seguramente no hay enigma en tu manera,
tal vez no eres misterio,todo el mundo te sabe y perteneces al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,todos se creen dueños,propietarios, tíos de gatos, compañeros,colegas,discípulos o amigosde su gato.
Yo no.Yo no suscribo.Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,el mar y la ciudad incalculable,la botánica,
el gineceo con sus extravíos,el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,sus ojos tienen números de oro.
Pablo Nereuda.
La flor morada
Toma la flor azul del sueño,
la roja del amor,
la blanca de la luna
y la negra del bosque.
Toma la flor naranja de la noche,
la flor verde del aire.
Toma la flor morada del deseo
y la flor amarilla de la muerte.
Cuando despiertes
se encenderá tu ramo
colgado de las varas del telar
del último escenario.
Álvaro Tato.
Barro
El recital 'Barro' cierra el homenaje a Miguel Hernández
La compañía La Caravana del Verso pone música y danza a los poemas del autor en la Casa de Cultura
27.10.10 - AVILÉS.
YO SÉ QUE VER Y OIR A UN TRISTE ENFADA
Yo sé que ver y oír a un triste enfada,
cuando se viene y va de la alegría,
como un mar meridiano a una bahía
a una región esquiva y desolada.
Lo que he sufrido y nada, todo es nada,
para lo que me queda todavía que sufrir,
el rigor de esta agonía de andar de este cuchillo a aquella espada.
Me callaré, me apartaré si puedo con mi constante pena, instante, plena,
a donde ni has de oírme ni he de verte.
Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena:
adiós, amor, adiós, hasta la muerte.
M.H
TENGO ESTOS HUESOS HECHOS A LAS PENAS
Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio si no es tu amor,
la tabla que procuro,si no es tu voz, el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio de que
ni en ti siquiera habré seguro,voy entre pena y pena sonriendo.
M.H