EL RÍO DE LOS AMIGOS
Hoy anduve la orilla del Bernesga.
En otro tiempo, por aquí, nosotros
fuimos lejos, amigos.
De cara al cielo, sobre la humedad,
me tendí solo y me cubrían
el silencio y la yerba.
Sentí crecer mi corazón, moverse
la tierra, descender el río.
Bajó la sombra y levanté las manos
para ponerlas sobre las cortezas
ásperas, frescas, de los álamos.
Era la hora de volver. Había
aquel mismo silencio.
Nosotros pisábamos la tierra pensando
y la misma luz envolvía al regreso
el viejo tronco de los árboles
y el rostro de los amigos.
Antonio Gamoneda
Hoy anduve la orilla del Bernesga.
En otro tiempo, por aquí, nosotros
fuimos lejos, amigos.
De cara al cielo, sobre la humedad,
me tendí solo y me cubrían
el silencio y la yerba.
Sentí crecer mi corazón, moverse
la tierra, descender el río.
Bajó la sombra y levanté las manos
para ponerlas sobre las cortezas
ásperas, frescas, de los álamos.
Era la hora de volver. Había
aquel mismo silencio.
Nosotros pisábamos la tierra pensando
y la misma luz envolvía al regreso
el viejo tronco de los árboles
y el rostro de los amigos.
Antonio Gamoneda
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